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“Por el bien de todos, primero los pobres”.

Racista ¿yo?

Esta elección ha expuesto al aire la herida más profunda de los mexicanos: el socialmente negado
clasismo y el profundamente arraigado racismo que venimos heredando desde hace 500 años.
Lo más alarmante de esta elección no es, finalmente, que hayamos elegido alguien que nos vaya
a convertir en una dictadura comunista… sino que los “prietos” están llegando al poder. Y aunque
muchos no lo quieran aceptar, ¿por qué han hecho tanta burla dela complexión física del hijo
menor de López Obrador? ¿por qué nos clasifican a todos los que votamos por él como “chairos”,
“nacos” o “ninis flojos”? Se basa en dos premisas neoliberales, según yo.

El pobre lo es por flojo

En este mundo meritocrático, cada quien tiene lo que se merece… o lo que sabe negociar. Nos
crian con el sueño americano en la cabeza y nuestra meta en la vida es matarnos trabajando para
llegar a ser exitosos. Nos enseñan que “nadie se muere de hambre” y que los que estamos
“jodidos”, lo estamos porque queremos. Una injusticia social y ausencia absoluta de cooperación
son inyectadas en nuestras venas, desde pequeños, por lo que no entendemos por qué una
política de estado sea, justamente, reivindicar esa justicia y ofrecer igualdad de oportunidades. Y
todo esto salta en redes sociales, en conversaciones diversas, porque “los flojos, los ninis, los que
sólo quieren estirar la mano y recibir dinero del Estado” somos los que, masivamente, votamos por
López Obrador. Y esto no es así… porque la división y el racismo en nuestra gente se da tanto
para arriba como para abajo. Muchos ciudadanos son señalados por ser blancos o prietos, por
tener apellidos extranjeros o por tener apellidos “nacos o comunes”, por pertenecer a una familia
que es percibida de cierta manera, cuando la gente desconoce todo sobre quienes somos, qué
hemos hecho de nuestra vida e incluso dónde y cómo vivimos. Los prejuicios nos alejan de los
demás, cancelan nuestra compasión y hacen imposible cualquier tipo de cooperación. Los
Rotarios, por ejemplo, tenemos años hablando ya de servir a la Comunidad, porque la
Comunidad somos todos: no de ayudar a los más necesitados porque eso, amigos, es iniciar
desde la discriminación y el clasismo.

Hay muchos millones de mexicanos que no eligieron nacer en la pobreza extrema… y ¿cómo
esperamos que salgan de ahí si no tienen ningún tipo de acceso a la educación, la información, la
alimentación o cualquier área de oportunidad que les enseñaría lo que hay en el mundo? ¿Cómo
esperamos que se “superen a sí mismos” cuando viven inmersos en el hambre, el dolor y la
violencia? Niños que son traídos a este mundo por otros niños, sin oportunidad para comer
muchas veces, para estudiar ni la educación básica ni han conocido la grandeza de la
colaboración y la cooperación humana. Pero tú y yo, desde la comodidad de una silla, una
hamaca y nuestro teléfono inteligente con tres pesos de saldo, nos atrevemos a criticar, a
llamarlos flojos y “chairos” y a decir que por ignorantes eligieron este gobierno. O aquellos
mexicanos que desde su Iphone X, en restaurantes de lujo y con dinero heredado de sus padres
y/o abuelos o por un matrimonio ventajoso, critican la tonalidad del cabello del hijo de López
Obrador o llaman “chaira” a su esposa porque no quiere ser nombrada como “primera dama”,
díganme, ¿así se construye país?

La aspiración a ser gente bien

Hay un libro extraordinario (varios, en realidad) de Guadalupe Loaeza llamado “las niñas bien” que
retrata, desde principios de los años 80 del siglo pasado, como la alta sociedad mexicana -y todos
los grupos sociales -basan la estratificación en algo tan rudimentario como la raza: el color de
nuestra piel sigue definiendo qué puesto ocupamos en este “República” no monárquica y
características tan inamovibles como el origen del apellido pueden definir quiénes nos
convertiremos. ¿En serio, en pleno siglo XXI, queremos seguir siendo ese México? A su reflexión,
queda, amigos míos. Pero la realidad que se asoma desde las “reflexiones” y “análisis” políticos
que realizan nuestros vecinos y amigos es clara: ¿cómo van a gobernar los “chairos”? ¿Por qué
nos escandaliza tener gente humilde, de tes morena, electa como diputados, senadores y en los
diferentes gabinetes? ¿Dónde quedaron los blancos tecnócratas, educados en el extranjero y
rodeados de “gente bien”, que SÍ sabrían gobernar? ¿Cómo vamos a tener un diputado apodado
“el mijis”? ¿Un CHOLO como diputado? Este país ha caído mucho, dicen. Lo único cierto es que,
194 años después de desterrar los gobiernos imperialistas y auto proclamarnos como República
independiente, por fin se pondrá a prueba la garantía individual consagrada en nuestra Carta
Magna en que todos los mexicanos somos iguales ante la ley. Ergo, tenemos el derecho a votar y
ser votados. Todos. Cualquiera.
Orgullosa y mestizamente.

Xochitl Arbesú

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