POR: ALBA GUZMAN FLORES
Jóvenes acompañados de una batucada recorren las principales calles de la ciudad bailando el tradicional “viejo”, en Minatitlán ya se les ha visto por más de 5 años consecutivos.
A muchos les puede causar gracia ver a un sin número de jóvenes vestidos de mujer, mientras otros temor; lo cierto que además de llevarse una recompensa económica lo jóvenes mencionan que lo importante no es perder la tradición.
Este grupo que lleva varios año, aseguran que esperan obtener buenas recompensas porque la situación económica está cada vez más complicada, recordando que el año pasado cada uno les tocaba 200 pesos, además de pagar a la batucada de mil 500 pesos por toda la semana.
Por ello, a partir hoy usted podrá volver a ver a estos jóvenes bailando el “VIEJO” en los cruceros y los negocios.
Lo cierto, que aunque estos jóvenes buscan no perder la tradición, ya se hacen acompañar una moderna batucada y aunque no cantan la identificada canción, va por las calles haciendo ruido y levantándole el humor a la ciudadanía.
“UNA LIMOSNA PARA ESTE POBRE VIEJO…”
Cuenta que la tradición de despedir el año, nació en una noche buena de 1875, en el puerto de Veracruz.
Derivado de una protesta en un grupo de cargadores de los muelles, por no haber recibido el aguinaldo, los inconformes se lanzaron a hacer tremenda bulla.
Con el ruido generado por latas, cencerros y tapaderas de metal la petición se repitió al año siguiente, consiguiendo que los patrones les obsequiaran botellas de licor y alimentos (para evitar el escándalo).
De ahí en adelante, se comenzó a hacer costumbre que en fechas de Navidad se pidiera el aguinaldo de forma tan particular, alegre y graciosa, surgiendo así la tradición del viejo.
Mientras que muchos, cuatro días antes de que el año termine, frente a las casas se “sienta” un muñeco relleno de papel, cohetes, trapos viejos y demás, que representa al año que termina.
En el frente, se le coloca un letrero con la leyenda “Una limosna para este pobre viejo, que ha dejado hijos para el año nuevo”, con una lata para recibir las cooperaciones de los vecinos y transeúntes.
El último día, es decir, el 31, a la media noche, se le prende fuego, haciendo que exploten los cohetes y que los tronidos causen tal bulla y risas que todos se diviertan con la despedida del año Viejo.